Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar, donde sufrió una transfiguración: «Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.» Después de esta visión en la que habló a Pedro, se formó una nube y los cubrió con su sombra. De la nube vino una voz que decía «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle» (Lucas IX, 35).